30 de septiembre 2021/ El antropólogo y magíster en sociología en la Universidad Alberto Hurtado, Cristobal Palma, quien cursa el programa de doctorado en Antropología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizará su investigación con apoyo del Instituto Milenio para la Investigación en Violencia y Democracia, VioDemos, en particular con la investigadora y directora del centro, Helene Risor. 

Su investigación doctoral está relacionada con comprender cómo se experimenta la muerte en los márgenes urbanos, enfocándose en los paisajes mortuorios vinculados al delito en la periferia sur de Santiago. 

Sobre su interés en abordar esta temática, Cristóbal Palma explica: “considero que la muerte en los márgenes no ha sido lo suficientemente abordada, mucho menos cuando el abordaje contempla a muertes y muertos que escapan de las categorías sociales de «víctima». Me interesa dar cuenta de los efectos de la acción estatal y la violencia interpersonal que desembocan en muerte y sufrimiento social, pero también de la abundante y compleja trama cultural que se construye alrededor de la muerte” 

Además, explica que “en términos personales me motiva hacer una antropología situada, sobre este y otros temas, desde mi condición biográfica como habitante de los márgenes urbanos”.  

Ante la interrogante ¿Por qué la muerte debería experimentarse de manera diferente en los márgenes?, el estudiante de doctorado sostiene que: “Las investigaciones sobre muerte y muertos en antropología señalan que a pesar de ser un fenómeno universal, las maneras en que se experimenta varían en relación a cada contexto socio-cultural. En específico, en los márgenes urbanos nos encontramos con condicionantes que podríamos denominar como «estructurales», como la desigualdad social, la violencia institucional y/o la suma de otros factores que algunos autores han llegado  incluso a denominar «necropolítica”. 

Y agrega: “Sumado a ello, habría que dar cuenta de todas las formas de violencia interpersonal que pueden y en efecto desembocan en suicidios, homicidios, femicidios, etc. Todo ello, hace de la muerte y los muertos experiencias significativas para la vida de los habitantes de los márgenes urbanos en planos materiales, simbólicos, espirituales, históricos, entre otros”. 

Cristóbal entenderá la noción de “paisaje mortuorio” como un cronotopos o unidad espacio-tiempo en que se relacionan lugares, materialidades específicas, prácticas rituales, memorias personales, familiares y sociales de vivos y muertos y los sentidos culturales más amplios que los circundan.  Y precisa al respecto: “Algunas de las formas más expresivas de estos paisajes se manifiestan en “grutitas” y murales que rememoran difuntos, prácticas funerarias que llaman la atención de la prensa y la opinión pública por su aparente espectacularidad, lo que incluso ha implicado la protocolización de acciones desde el Estado a través del rótulo de “funerales de alto riesgo”. En tal sentido, se trata de una conceptualización emergente que permite aproximarse a un fenómeno donde priman los prejuicios y la falta de comprensión”. 

¿Cómo se investiga en barrios que pueden ser peligrosos? “Nunca se sabe realmente cómo hacerlo. Sin embargo, para mí lo central es un compromiso ético con las personas con las que trabamos relaciones, salvaguardando su integridad. El peligro, en mi experiencia, es siempre relativo a acciones, omisiones o malos entendidos que pueden resultar invasivos, ofensivos y/o degradantes. En tal sentido, el riesgo forma parte también de la investigación etnográfica y es importante someter a examen continuo nuestras inmersiones y vínculos sociales en el campo”, finaliza Cristóbal Palma.