Diálogo VioDemos Comisiones de verdad y reparación en Las Américas“Queremos tener esta conversación porque las violaciones a los Derechos Humanos y las políticas históricas de despojo hacia pueblos originarios son elementos que siguen marcando nuestras vidas, generando daños, fracturando comunidades, y marcando nuestra convivencia a nivel nacional”, comenzó Helene Risor, Directora VioDemos y profesora de la Escuela de Antropología UC.

Oriana Bernasconi, investigadora del centro y académica de Sociología UAH, precisó que “las comisiones de verdad son dispositivos transicionales para gestionar el pasado reciente, y tienden a producir un saber a partir de testimonios de víctimas y sobrevivientes. Nos parece importante contribuir al debate local, identificando en la experiencia comparada elementos relevantes en materia de producción de verdad y reparación”.

En la jornada, organizada junto al Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), se abordaron las experiencias de tres sociedades que recientemente se han involucrado en procesos de esclarecimiento de la verdad y políticas de reparación en la región: Chile, Canadá y Colombia.

Elizabeth Lira: comisiones de verdad como resistencia a la impunidad

La profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2017, Elizabeth Lira, abordó los procesos y el trabajo de las distintas comisiones de verdad. Desde finales del siglo XIX Chile ha acumulado experiencias sobre comisiones de verdad, que no han estado exentas de dificultades ni conflictos. 

Una de las primeras se realizó después de la guerra civil de 1891, que concluyó en un informe de 500 páginas que se perdió completamente “porque esa comisión la hicieron los vencedores”, señaló Lira. Y en 1931 hubo una dictadura de cuatro años en nuestro país. En este caso, también se hizo una comisión investigadora, se recibieron  testimonio de cientos de personas, pero terminó anticipadamente porque sus comisionados renunciaron, considerando que todo iba a quedar en la impunidad.

Ante este escenario, el punto importante según Lira es cómo, en la historia del país, la noción de verdad y de comisiones investigadores de esa verdad buscaban contener, superar o -de alguna manera- resistir a la impunidad. 

En 1990 el Presidente Patricio Aylwin creó la Comisión de Verdad y Reconciliación,  conocida como Informe Rettig, y señaló que el horizonte de la verdad siempre ha sido la reconciliación política. Para Lira, “esta idea de esclarecer los crímenes y los abusos tenía un trasfondo político muy importante” porque en 1978 se había dictado una Ley de Amnistía que impedía investigar (o así lo entendían los jueces) los crímenes cometidos en el periodo en que hubo más desapariciones, ejecuciones y torturas masivas en el país”.

Y precisa: “Por lo tanto, la verdad de las violaciones a DDHH que aparecen después en el informe de esa comisión coexisten con la impunidad completa asegurada por esta ley y con el rechazo radical de las Fuerzas Armadas y de la Corte Suprema, ignorando las causas y razones de esas violaciones”.

Esto nos da cuenta de que en los primeros años de la década del 90’ hubo una especie de extinción de la discusión en torno a los DDHH, porque la información sobre desaparecidos y muertos dejaba fuera la situación de los sobrevivientes. 

En este escenario nació la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (2004-2005) o Comisión Valech. Y según explica la académica, su gestación fue conflictiva “porque era mucho más fácil pensar en  construir una reparación o cierre de hechos consumados, en comparación con una situación que afectaba a personas vivas cuyas secuelas en su cuerpo y en su mente estaban activas”.

En este sentido, la política de reparación asignadas a familiares de personas víctimas de prisión política y tortura (basadas en pensiones, rehabilitación en salud, becas de estudio y excención del servicio militar para los jóvenes) fue extraordinariamente controversial, “porque las personas no tenían ninguna capacidad de poder asumir que todos los hijos accedieran a estas políticas”. Así mismo, otro de los conflictos causados por esta Comisión fue declarar el secreto de los archivos, lo cual ha generado distintas formas de búsqueda de desclasificación.  

Karine Vanthuyne: testimonios de sobrevivientes de “sitios de genocidio” en Canadá 

Karine Vanthuyne, profesora del Centro de Derechos Humanos y Educación de la Universidad de Ottawa, expuso sobre la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá (2015), instancia que analiza y propone acciones reparatorias sobre los efectos de las escuelas residenciales, que por cien años separaron a niños y niñas indígenas de sus comunidades para indoctrinarlos en la sociedad canadiense. 

Según relata la investigadora, estas escuelas o “internados de indios” eran instituciones de carácter colonial donde la meta era “matar al indio” en el niño, al tiempo que los exponían al odio, la enfermedad, la desnutrición y al abuso físico y sexual. Un verdadero “sitio de genocidio” descibre Vanthuyne, donde hasta el día de hoy se siguen descubriendo más víctimas. 

A partir de las demandas colectivas de los sobrevivientes de estos internados, de la presión jurídica y política sobre el gobierno federal que los administraba y hacia las iglesias cristianas que estaban involucradas, surge la Comisión de Verdad canadiense. Los sobrevivientes movilizados durante el proceso no querían una comisión que buscara culpables, sino que buscaban un espacio en el que prevalecieran sus testimonios y narraciones, en lugar de las conclusiones de expertos externos formalmente acreditados.

“Los sobrevivientes estaban menos interesados en la asignación de culpabilidad por parte de expertos que en ser escuchados, y eso tiene que ver con un Estado que aún es muy colonial en Canadá, donde todavía los indígenas sufren mucho racismo. Para ellos era muy importante recuperar su dignidad y contar su versión de la historia”, explica la académica.

Es así como las partes llegaron a un acuerdo extrajudicial (2007) que establecía, entre otras medidas de reconciliación, desestabilizar el discurso dominante de una política benévola de integración aplicada por el Estado canadiense para el supuesto bienestar de niños y niñas indígenas. 

A pesar de que el gobierno y la iglesia buscaban asegurar que el mandato de la Comisión impidiera emitir citaciones o acusar a personas, la Comisión llega a los territorios realizando eventos comunitarios y audiencias en las ciudades más importantes de Canadá con una fuerte presencia indígena, favoreciendo los procesos de reconciliación dentro de las comunidades.

Además, en su cierre hubo un informe de seis volúmenes que investigaba los internados desde múltiples ángulos, algunos archivados de manera digital y pública, sumado a 94 llamamientos a la acción que constituyen un verdadero plan de descolonización de Canadá. 

María Echeverry y Carolina Morales: verdades más allá de las fronteras colombianas

María Margarita Echeverri y Carolina Morales, ambas profesoras de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana, se refirieron al trabajo de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición de Colombia, que examina los patrones, causas e impactos del conflicto armado interno y cuyo informe final se espera para septiembre de 2022.

La Comisión de la Verdad colombiana es un mecanismo de justicia transicional que surge en el marco del Acuerdo de Paz que firmó el Estado colombiano con la extinta guerrilla de las FARC en  2016, luego de un largo proceso de negociación. Esto es relevante porque es la primera experiencia de una comisión de verdad, pero no el primer proceso de  negociación con grupos armados en Colombia, explica Morales: “Estamos hablando de la guerrilla más antigua en el mundo, que tiene orígenes en causas políticas, sociales e históricas”. 

Este Acuerdo de Paz tiene seis puntos que buscaron determinar las causas estructurales del conflicto armado en el país. Entre ellos, Carolina Morales destaca el quinto “punto de las víctimas”, que establece que el proceso “no se puede hacer sin prestar atención a las víctimas, las demandas de verdad, justicia y reparación”.

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, entonces, tiene tres objetivos:

  • esclarecer la verdad del conflicto armado en el país: causas, factores de persistencia, impactos en grupos poblacionales, entre otros.
  • reconocer a  las víctimas.
  • promover escenarios de convivencia en el país.

“Hay otros puntos que quisiera rescatar allí, y uno de ellos es que la comisión de la verdad aún no ha terminado su mandato”, intervino Echeverry. En Colombia “estamos en medio de una guerra, entonces, estamos hablando de logros, de resultados, de procesos de reparación -si se quiere- que aún están en ciernes en esta construcción de la comisión”. 

En este camino, “el organismo no sólo se propuso contar números de víctimas, sino narrar verdades a través de unas metodologías muy cuidadosas de preparación de los equipos en los diversos territorios”, explica la investigadora, y añade: “Creemos que este es uno de los grandes logros de la comisión en este momento en Colombia”.

Es así como se promovió un entendimiento de aspectos menos conocidos del conflicto, como el impacto en los niños, niñas, adolescentes; de las violencias basadas en género; y el reconocimiento de las víctimas que, más allá de las fronteras nacionales, han luchado incansablemente por no quedarse amarradas al olvido, al no-lugar.

Por lo tanto, en el momento en el que se instala la comisión, se incorporan los países con una alta presencia de migración colombiana como una macro-región al mismo nivel que las otras establecidas al interior de las fronteras nacionales. Un hito que reconoce la dimensión y la profundidad de los patrones de victimización del exilio colombiano que históricamente ha sido invisibilizado.

En ese sentido, “la comisión de verdad colombiana es la primera comisión de la verdad en el mundo que incluye las voces y los testimonios de las víctimas del conflicto que están por fuera de la fronteras”, sentencia Echeverry, “produciendo así el primer acto de reconocimiento de la existencia para las millones de víctimas que han sido desterradas y negadas en Colombia”. 

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